Una abuelita sincera ante el juez
El fiscal llama a su primer testigo. La mujer más anciana del pueblo:
-Señora Miranda, ¿usted me conoce?»
-Claro que lo conozco. Sr. López. Desde que era usted un chiquillo. Y, francamente ¡me ha decepcionado!
Usted miente. Engaña a su esposa, manipula a la gente y habla a sus espaldas. Usted se cree la gran cosa cuando todo el mundo sabe que no tiene el cerebro para dejar de ser un pelagatos en toda su vida. ¡Claro que lo conozco!
El fiscal se queda sin habla por la impresión. Como no se le ocurría otra cosa, apunta a través del salón e inquiere:
-Señora Miranda, ¿usted conoce al abogado defensor?
-Claro que sí. Conozco al Sr. Gutiérrez desde que era un bebé.
Yo solía servir de niñera para sus padres. Y él también ha sido una verdadera decepción. ¡Es un holgazán! ¡Un mañoso y tiene problemas con la bebida! No puede relacionarse con nadie ¡Vaya que si lo conozco!»
El juez pide silencio en la sala y llama a los dos abogados a su escritorio.
-¡Si cualquiera de ustedes se atreve a preguntar a la testigo si me conoce: ¡lo mando a la cárcel de inmediato!