Estaba acusado de haber matado a su papá y a su mama. Lo tienen frente al juez, pero le tocó un abogado defensor tan bueno que cuando le concedieron la palabra dijo:
-¡Solo pido piedad para este pobre huérfano!
La abuela…
— La abuela sufrió un infarto. Le revisaron el corazón.
-¿Latía?
— ¡La tía no, idiota! ¡La abuela!