El abogado camina con su esposa por la acera. En contra mano viene un campesino que al reconocerlo le dice:
-Doctorcito, ¿cómo vamos con el asunto de la vaca?
El abogado le dice para calmarlo:
-¡No se preocupe que esa vaca es suya señor!
El campesino se va contento por lo que le acaba de decir el abogado. Metros más adelante, por la misma calle, ahora viene la otra persona con la que el campesino disputa la pertenencia de la vaca. También le pregunta al abogado:
-Doctorcito, ¿qué pasó con el asunto de la vaca? ¿será que si ganamos el caso?
El abogado en tono seguro le dice:
-¡No se preocupe amigo que esa vaca es suya!
Este segundo hombre también se aleja muy feliz pero ahora, la que ha quedado preocupada es la esposa del abogado que le pregunta por qué les atribuyó a los dos la pertenencia de la vaca, así que el abogado le explica a su esposa:
-Tranquila mujer, que la vaca no es del primero ni la vaca es del segundo… ¡la vaca es nuestra!