Dos «amigas» que se saludan solo por hipocresía y que no descuidan oportunidad para lanzarse indirectas en cada conversación se encuentran:
-¡Hola querida! ¿Cómo estás?
-¡Bien mi amor! ¡muy bien! ¡acabo de llegar de Londres!
Al escuchar aquellO la interlocutora siente morirse de envidia, piensa por un momento y le dice:
-¿Londres? ¡Oye qué bien! Y cuéntame, ¿son muy difíciles de fregar los pisos por allá?
Mondongo sin sabor
Muy hambriento el hombre le recrimina a la mujer luego de haber comido lo que esta tenía sobre la estufa:
-Mija, ¡Ese mondongo que cocinaste hoy no sabía a nada!
-¡Te comiste los chupos (mamilas) del bebé que los puse a hervir!






